Paseo por Dubrovnik
Dubrovnik, una noble ciudad en sur de Croacia cerrada al borde del mar Adriático. Una de las más bellas de Europa, rodeada de murallas y fortificaciones, al pie de una montaña que cae a pico sobre las aguas límpidas y de un azul mediterráneo. Casas cubiertas con tejas rojas, palacios, iglesias, monasterios, un dédalo de estrechas calles embaldosadas de blanco y plazas como teatros de cámara renacentistas. Un mundo prohibido a los coches: el reino reencontrado de los amantes de la calle, los estatuas y los caminantes. Dubrovnik es una sutil mezcla del refinamiento veneciano por su forma, y del espíritu eslavo por su fondo. Si fuera una mujer, sería una bella latina con corazón eslavo. Los pies en el agua, la cabeza al sol.
La hora ideal para pasearse por esta ciudad es muy temprano por la mañana, o por la tarde, cuando cae el sol. Dubrovnik es una ciudad que hablará de su rica historia por medio de promanadas a través de su “desgastada” calle principal de piedra, conocida como Stradun. Las célebres murallas de Dubrovnik con sus grandiosas torres y fortalezas, ofrecen un mágico panorama sobre las islas Elafiti: Šipan, Lopud y Kolocep, regadas como perlas sobre el azul morado del mar. Desde la fontana de Onofrio hasta el campanario de la ciudad, al lado de las refinadas afiligranadas construcciones gótico – renacentistas, como lo son el palacio Sponza y el célebre Palácio de Príncipe, así como la iglesia barroca de San Blas, la catedral consagrada a la Asunción de la Virgen María o la iglesia de San Ignacio con su famoso centro de instrucción, cada uno de sus pasos por esta ciudad será una verdadera experiencia (una vivencia por sí misma). Dicho sea de paso, si se da el caso que Vd. visite la ciudad durante el verano, cuando la ciudad de irradia con un resplandor especial y cuando durante el Festival de verano de Dubrovnik el casco antiguo, en un instante, se ve convertido en los mágicos bastidores de un teatro inigualable en el mundo. Desde la cercana fortaleza Lovrijenac, edificada en una peña de 37 metros de altura sobre el mar, podrá escuchar como el inmortal monólogo de Hamlet “ser o no ser” hace eco con un poder realmente especial.
Un consejo para escapar a la masificación: los turistas se contentan con recorrer la parte central de la ciudad antigua (alrededor de Stradun) y el norte. Os bastará con desplazaros hacia el sur y descubrir los barrios menos explotados. Pocos comercios y muchas callejuelas apacibles. Excursiones diarias recomendadas: parque nacional isla de Mljet, islas Elafiti, peninsula de Peljesac, Cavtat y bahía de Kotor en Montenegro.