No os perdáis la vista de Primošten desde la carretera “Magistrala” (Sibenik-Split). Por un lado, una lengua de tierra, boscosa y Ilena de pinos, donde se esconden los grandes hoteles de la época de Tito. Al sur, otra península rocosa, sin arboles, en forma de raqueta de ping-pong, donde se encuentra Primošten: casas con tejados de tejas, sótanos llenos de viejos toneles de los que sale el olor de) vino de la tierra, señoras vestidas de negro, a veces un burro despistado, una iglesia sobre un cerro y un cementerio orientado a poniente. Vistas desde un avión, las dos penínsulas parecen orejas gemelas, una verde y habitada en verano, otra rocosa y habitada todo el ano. Un estrecho pasaje las une a tierra firme. A 28 km al sur de Sibenik y 35 km al oeste de Trogir, se halla este hermoso rincón del litoral dalmata donde vale la pena hacer una parada. Las colinas se cubren de arboles a medida que se va hacia el sur.